Second Chances - EN ESPAÑOL
Porque creo que nadie llega a nuestra vida por casualidad, porque si me parece que todo está escrito. Porque me gusta la idea de que exista un “hilo rojo” y que dos personas unidas por el mismo, estén destinadas a ser amantes, independientemente de la hora el lugar o la circunstancia. En una leyenda oriental que dice que este cordón mágico se puede estirar o enredar, pero nunca puede romperse. Por todo esto es que “I Remember You” llega especialmente a mi corazón. Porque hay historias que sólo se pueden explicar creyendo que la conexión es de otra vida, que es la razón de esa familiaridad, ese sentirse “en casita”, esa paz.
Puedo compartir una historia que describe exactamente ese sentimiento y no es una historia convencional, porque no todas son historias de cuento y la vida no deja de sorprender y dar segundas y a veces terceras oportunidades.
Desde que tenía decidido separarme estaba buscando una excusa para que algo me moviera el piso, estaba segura que si permitía que alguien más que no fuera mi marido estuviera dentro de mí, que si compartía la intimidad que llevaba compartiendo por más de 15 años con otro hombre, ese sería el factor decisivo, el que me empujaría a salir eyectada de una relación sin amor, sin sexo, sin futuro, sin proyección.
Fue el novio de una amiga el que me dijo después de compartir esta teoría: Tienes que salir con mi hermano, es lo mejor que te puedo presentar! Y casi como un juego, casi como tomando muy poco en serio la decisión de conocer a “’alguien más”’, de romper con la moral y buscar la manera mas cobarde de salir de un laberinto que sentía era sin salida, acepté. El encuentro tardó casi 10 meses en concretarse, pero dicen que la vida tiene el momento perfecto para que las cosas sucedan, ni un minuto antes ni uno después. Fue así como llegué a su casa. Después de días y días de escribirnos me pareció natural ir a su guarida... por eso no entendí mis nervios al llegar, pero ni bien nuestros ojos se cruzaron, sentí paz, el efecto fue inmediato. Su camisa blanca, su barba, sus ojos casi tristes que también encerraban dolor y pasado. Todo hacia sentido, la música suave, la decoración armoniosa, el vino escogido. Nada desencajaba.. yo sonreía. El hombre cocinó y saqué coraje de no sé donde para acercarme mientras lavaba los platos. “Es muy sexy ver a un hombre en la cocina”, le dije, “te mereces un beso”. Fue una acción premeditada, más allá de querer que me salvara, que me rescatara de mi mundo, lo pensé muy bien y decidí saltar al abismo justamente porque no había futuro, a pesar de que me urgía sentir la posibilidad de “un más allá”.... No había nada que perder, al no esperar “’algo más”’, me jugué. Este era mi pasaporte para tomar la decisión que tanto necesitaba aunque nunca había tenido sexo ocasional, relaciones de una sola noche no eran lo mío.
El beso resultó muy familiar, fue un beso que me transportó a una fantasía, a un escape, a una promesa de que todo iba a estar bien.
Nos seguimos besando y los besos se extendieron en/ a cada rincón de la casa y de mi cuerpo. Llegamos a su habitación, el cuarto estaba muy oscuro, los movimientos no fueron toscos. Dejamos que la ropa se apilara en el suelo junto con las inseguridades. Me sentí muy cómoda, demasiado cómoda y en ese momento supe que iba a querer más, que nuestro encuentro no era casualidad y que ya habíamos pasado por esta situación. No pensé que iba a estar tan a gusto con la primera persona después de tantos años, hacia mucho que no no compartía intimidad y es verdad eso que no hay nada más triste que sentirse sola estando con alguien. No me imaginé ese momento, esa cama, sus nervios, su dulzura. Me abrazó fuerte y en el momento cumbre, su aliento sonó como un llanto.
Quiero enfatizar el tema de la conexión y el momento, pero para los que les interese saber como continuó la historia, él y yo estuvimos juntos un par de meses, hasta que decidí regresar a mi país. Han pasado tres años ya y cada vez que vuelvo nos vemos. Mínimo una vez al mes nos hablamos, seguimos conectados en todo sentido a pesar que a veces hay otras personas que nos acompañan en nuestro camino. Todavía no nos animamos al próximo paso o quizás es sólo eso, porque a veces las personas llegan a tu vida para ayudarte en un momento específico y no para quedarse en el día a día. Sea como sea, siento que es una conexión del más allá y eso no tiene final.